viernes, 16 de noviembre de 2007

¿Somos futuros viejos verdes?

Este es el resultado de una noche con sueño, internet, y la lectura de algún Psico-Freud moderno de mierda, además de que le debía una entrada a este blog.

El paso del tiempo nos afecta a todos, es algo que supuestamente tenemos en claro y de por si asumido hasta que inesperadamente algo o alguien, mejor dicho alguna, si alguna situación nos pone de frente al inevitable paso del tiempo.
Lo enfrente hace tiempo, pero recién ahora termine de digerirlo, es que cuando uno esta acostumbrado por ciertos vaivenes de la vida, a la sensación de aun sentirse joven, no se da cuenta de su alrededor y allí radica el problema; en que no vemos que el ambiente que nos rodea avanza y nosotros seguimos agarrado a una parte que nos gusta pero que al mismo tiempo no nos corresponde.

Caminaba sin mayores problemas en la cabeza que el no encontrar un pantalón que me quedara bien y de paso me gustara, salia de la galería rumbo al paseo peatonal, en dirección a otro local comercial que pudiera solucionar mi búsqueda de ropa, subí un par de escalones sin reparar en un trió de "niñas" escolares que allí estaban sentadas, hasta que escucho:
-señor!, ¿tiene hora?.
Me detuve en seco girando lentamente hacia ellas, acción que llevó no mas de tres segundos, pero que en mi cabeza pesaron como tres décadas, ...señor me dijo!, es que tan viejo estoy o tan viejo me veo para estas niñas, pensaba.
-trece treinta, respondí.
-gracias, me retruco y se dio vuelta.
Hasta aquí es un escena común en la cual nos vemos golpeados por el poder de ser llamado "señor" (palabra que nos atribuye una edad muchas veces no deseada), pero todo hubiera quedado en ello si no fuera porque la situación se repetiría durante los tres días siguientes, con los mismos personajes, en el mismo lugar y en situaciones muy similares, lo que me llevó al tercer día a encarar a esta "niña" y preguntarle:
-discúlpame nena! ¿que edad tenes?.
-dieciocho años!.
-gracias, fue todo lo que pude decir y me retire.
Esa respuesta fue lo peor que pude escuchar, ya que me imagine que tendría solo quince años, pero dieciocho años era un golpe muy duro de asimilar, porque eso te lleva a pensar mas aún y en mas opciones, ¿será que me veo viejo externamente? o será que inconscientemente mi cerebro ya a adquirido un madurez propia en la cual vemos como "niñas" a estas mujeres hechas y derechas, si hasta no hace mucho estas mismas "niñas" eran las que terminabas transando en los boliches; ¿que fue lo que paso?; ¿donde cambiamos tan gravemente para que nos veamos en esta situación?; ¿que nos ocurrió y cuando nos ocurrió?.
Claro que esto no hace estudiar mas en concreto el caso y nos lleva a analizarnos mas profundamente, quizás descubrimos que efectivamente estamos ya algo mayores de edad como para que una pendeja "super tiroteable" nos trate de Señor, pero también descubrimos que nosotros mismos aun somos jóvenes y nos damos cuenta de que ciertas actitudes, habituales en nuestras vidas y totalmente utilizables por nosotros pueden quedar a los ojos de otros como actos de típicos de viejos babosos. Es allí me parece, cuando los ojos de otros son los que nos juzgan, el momento en el cual intentamos detener esa transición de edades, tanto físicas como mentales, y nos proponemos a presentarle lucha al paso del tiempo e intentamos seguir viéndonos jóvenes eternamente, para ello recurrimos a ropa de moda, gimnasio, dietas, lenguajes y modismos actuales, lugares de moda, etc. Esto solo nos introduce en una nebulosa que retarda la realidad surrealista que proponemos, dilata los extremos tanto de un lado como del otro y nos deja en el medio de todo, en un medio absoluto que lo único que hace es dejarnos solos al final del cuento, parados frente a un espejo viendo que realmente nuestras facciones no son las mismas que solían ser, que no somos los mismos maradonas o magic johnson de antes y que los desgastes físicos cada vez nos duelen mas y los sentimos mas, vemos que la música actual es aún mas fuerte que la música demoníaca que solíamos escuchar, vemos que aun nos gustan y atraen las pendejas pero descubrimos que hay un abismo cultural e idiomático que nos hace preferir las maduritas, vemos que las maduritas al igual que nosotros tienen los mismos complejos y volvemos a las pendejas, e inevitablemente nos lleva a preguntarnos, ¿nos estaremos convirtiéndonos en viejos verdes?.

Es por ello que el paso del tiempo nos llega a todos y por mas mal que nos pese seguiremos creciendo y marchitandonos, entonces dejemos de pensar en como detenerlos y pongamos a pensar en como divertirlo, algunos preferirán jugar la partida de rol infinita y terminar tirando dados con nuestros bisnietos, otros preferirán olvidarse de todo, continuar con sus vidas y vivir los recuerdos, pero quizás varios, solo pensaran en hacer dinero y rodearse de mujeres jóvenes, ¿porque?, porque un pobre con una joven o un laburante con una pendeja terminan siendo vistos como viejos verdes, en cambio un rico con varias pendejas, es un dandy. a su salud.

martes, 21 de agosto de 2007

LCCT TV S01E01

Bueno, en esta primara presentación de el sí sí tí tí ví es que voy a aprovechar para rendir un modesto homenaje a "The Man Show". Quisiera que hubiera durado mas tiempo ese programa, pero bueno...
Y como lo principal en TMS era "Bouncing Boobs" es que traigo aqui algo de eso.

Con ustedes: ¡Boobs!

http://es.youtube.com/watch?v=RplkjZ6tzX0
http://es.youtube.com/watch?v=_PIYeETpbRU
http://es.youtube.com/watch?v=cy_lf4n5PUE
http://es.youtube.com/watch?v=znjXdWAhVuY
http://es.youtube.com/watch?v=ThM7cFXNrn0

Y de bonus track, les paso como queda cesar después de ver este video:

viernes, 22 de junio de 2007

Destino????

Bue para inagurar, esto lo escribí cuando era mas chico. XD



Destino

1

Afilo compulsivamente casi obsesivo, el cuchillo, tomo el trozo de carne y lo despedazo, es un ritual del cual disfruto, siento como la carne se desliza y se despelleja; lo pongo sobre un diario y lo envuelvo.

-Son cuatro con noventa - digo.

-Aquí tiene- señala, mientras cuenta el dinero

Le entrego el ticket.

Toma el paquete lo introduce dentro de la bolsa

- Bueno, hasta luego- dice.

-Chau y muchas gracias- digo.

Él se marcha, su paso es vigoroso, abre la puerta la cuál responde con un chirrido molesto; “algún día debo aceitarla” me digo, y me olvido de la puerta.

Es mi vecino una persona un tanto peculiar, hace por lo menos siete años que ambos repetimos el encuentro y no cruzamos más que esas palabras. Él no tiene nada en común con esas señoras, de las cuales conozco vida y obra, a veces es mejor tener un cliente casi mudo.

Siento cómo introduce la llave en la puerta, escucho el rozar de metal con metal, el ruido de la puerta al abrirse y cerrarse, siento los pasos, como sube la escalera, escucho que enciende la radio y una especie de jazz movido llena el ambiente.

2

Afila peculiarmente el cuchillo, hay placer en su rostro, corta la carne, la envuelve.

- Es cuatro con noventa- me dice.

- Aquí tiene- respondo, y le entrego el dinero.

Deja el cuchillo sobre el mostrador, y se agacha para buscar el comprobante.

Veo el cuchillo ahí, es frío y muy eficiente en su labor, manchas rosadas lo cubren, me atrae, debo tomarlo.

Sirve.

Ahora es mío, no debe verlo, lo disimulo con el paquete dentro de la bolsa, lo robo. Éxtasis.

Él balbucea algo que no puedo comprender. Me voy, camino rápido, debo cruzar el último obstáculo, esa maldita puerta, supero el escollo; es mío, sólo mío ahora. Siento una gran satisfacción, lo hice, logré la hazaña.

Adrenalina.

La puerta de mi departamento está cerrada con llave, la busco, pasan años, la encuentro.

Abro, paso, cierro, subo las escaleras de frío concreto, veo la radio, la enciendo. Suena un piano. Dejo la bolsa sobre la mesa, el hierro filoso golpea la madera, lo quiero, deseo sentirlo en mi cuerpo.

Ruidos como de golpes entran a mis oídos. Confusión.

Tomo el cuchillo me dirijo al baño, pequeño cuarto helado, lo dejo sobre el inodoro, me desvisto, el frío congela mi sangre, veo mi respiración transformarse en vapor.

Cojo nuevamente el cuchillo, me veo en el espejo.

Macabra figura, hombre desnudo, hoja metálica con manchas de sangre animal, y el frío que se hace visible.

Apoyo el cuchillo en mi vientre, éxtasis, climax, deseo, me detengo unos instantes.

Concluye, ya no hay fulgor.

Al no sentirlo deslizo el frío hierro, de izquierda a derecha en mi vientre, los fluidos se desprenden de mi cuerpo, pierdo la excitación y la temperatura, me voy quedando tieso, mis piernas se doblan, ya no puedo sostenerme.

Un silbido molesto, veo gris.

Silencio.

Negro.

Silencio y todo negro.

3

Limpio la mesada donde corté la carne, algo no funciona, dejo la rejilla en un recipiente con cloro y agua; ¿qué falta?. Reviso, no lo encuentro, el hijo de puta me lo robó.

Me quito el delantal, la música que proviene de afuera es mas densa, comienzo a odiarla, me dirijo hacia la ruidosa puerta, pego un mensaje “Ya vuelvo”, me lo robó, el hijo de puta me lo robó.

Camino 10 mts., hasta que llego a la entrada. La música, ruido agobiante, intento abrir la puerta. Cerrada, golpeo, comienzo a patearla, quiero destruirla, golpeo con todas mis fuerzas. Logro abrirla, las escaleras exhalan un frío doloroso, entro, subo. “Ruido de mierda”, veo el paquete de la carne, “¿donde carajo está?”, siento mas frío a mi derecha, viene del baño. Abro la puerta. Veo el acero, tirado en el piso, teñido, bajo una masa gelatinosa de entrañas, cumplió su cometido, cortó carne.

Nuevamente es mío.